El hombre del cartel se llama el montaje que Daniela Aguayo, directora de la compañía La Encalillá, y un elenco compuesto por Sebastián Ibacache, Karim Lela, Ingrid Parra y Alejandra Vega, estrena el 26 de septiembre en el Teatro del Puente.
Escrita por la dramaturga Carla Zúñiga, la obra es un relato de ficción basado, nuevamente, en un hecho real: la vida de un cuidador que vivió detrás de un letrero caminero de Coca Cola a 16 metros de altura.
La marginalidad es un tópico que interesa sobremanera a Daniela Aguayo. La altura, una coincidencia, quizás. El caso es que la misma directora que en 2008 sorprendió a la crítica con la puesta en escena de la historia de las niñas que escalaban edificios para robar (Niñas araña, escrita por Luis Barrales), lo hace ahora con un montaje basado en un hombre que busca la felicidad viviendo en lo alto de un letrero de Coca Cola.
El origen de la obra se remonta a ese mismo año. En septiembre de 2008 una bizarra noticia publicada por un semanario capitalino estremece a la compañía La Encalillá: En Carrascal, al reverso del letrero publicitario más grande de Sudamérica, uno que nos invita a “mirar el lado Coca-Cola de Chile”, vive un hombre encargado de cuidar dicho cartel. Encaramado a 16 metros de altura en la estructura de esa paleta gigante ha hecho su hogar. Lo apodan “el hombre pájaro”.
La directora de la compañía, Daniela Aguayo convocó a la joven dramaturga Carla Zúñiga (El deseo, Empleadas domésticas puertas adentro asesinan a Dios) para ficcionar esta historia, la de un hombre reducido a su miserable rol: evitar que le roben o apedreen los focos que cuestan más de 350 mil pesos cada uno. En la obra, el cuidador se relaja bebiendo “Jote” y se ha conectado, en las alturas, con su lado místico. Sin embargo, su nueva vida le ha traído serios conflictos familiares, pues su hija y su mujer le exigen volver a tener una vida normal.
“Este testimonio, tan chileno como desgarrador, nos permite por su naturaleza contradictoria, la construcción de una obra política. En su voz descubrimos la lógica particular de entender el mundo, con un comportamiento de una coherencia matemática. Lo único incomprensible es la sorpresa generada, las bocas abiertas, las caras pálidas que dicen no comprender qué está pasando con el país”, explica la directora Daniela Aguayo.
En El hombre del cartel este hombre (interpretado por Karim Lela) descubre la libertad, la naturaleza, experimenta el desapego material y dice conocer a Dios. Es un ermitaño a sueldo, un asceta posmoderno de la sociedad de consumo. Un ser anónimo que se mueve entre la materialidad y sus deseos, en un espacio de soledad tras una invitación a encontrar la felicidad que pregona el cartel.
El mundo propuesto por el texto indaga en la realidad chilena, más allá del testimonio y el formato periodístico. La obra busca revelarse como una reescritura que se nutre de los fragmentos de la historia real, para transitar por los márgenes alienantes de nuestra sociedad.
“La obra determina un espacio en lo monstruoso de nuestra sociedad. Su entorno no tradicional, su desapego material, su rebeldía ante el sistema de mercado, su lucha quijotesca por la felicidad -tan lejana a la que la famosa gaseosa ha hecho su alter ego-, sus sueños descarrilados de los estándares que se autoimpone nuestra sociedad de consumo”, concluye la directora.
1 comentario
Ximena Baeza
Me encanto la Obra, felicito al elenco, por la interpretación de cada uno de los personajes… super bien logrado