Un módulo sobre seguridad que toma un camino peligroso
La obra del Colectivo de Yerro se centra en un guardia de seguridad que realiza un módulo de seguridad preventiva, sin embargo, cuando percibe resistencia frente a las prácticas en torno a la seguridad, comienzan a aparecer lados misteriosos y violentos.
“Hacer que Dios exista comenzó como una idea en un taller de dramaturgia en Espacio Checoeslovaquia el 2016. Me obsesioné con los guardias, quizás por algunas noticias de arrestos de amigos. Investigué, entrevisté a gente. Comencé a leer sobre el tema así que creo que por ahí comenzó todo”, cuenta Tomás Bastidas, autor de la obra.
“Hoy, con la distancia y el trabajo de montaje que hemos hecho con Ignacio (el actor de la obra), podríamos decir que la obra nació por su violencia discursiva, derivada de un submundo que de alguna manera compone una identidad peligrosa y también absurda. Creo puede ser esa la pulsión originaria, la encarnación de la violencia y lo absurdo en un solo oficio, en un solo cuerpo, desde donde mirar el mundo”, detalla el autor.
Este unipersonal es una residencia realizada en Teatro del Puente y está protagonizado por Ignacio Tolorza. “Nosotros (Tomás e Ignacio) hemos estado ensayando durante poco más de un año vía web, porque Ignacio está en Valparaíso y yo en Iquique, y debido a diversos motivos no pudimos reunirnos antes, entonces la residencia representa una bonita oportunidad de reencontrarnos y trabajar en presencia, en un teatro en el que siempre soñamos poder mostrar esta obra”, dice Tomás.
Hacer que Dios exista cuenta con un humor negro que juega a provocar y desestabilizar los límites morales. Este es el segundo proyecto del Colectivo de Yerro que nace en el 2017 como un espacio para la investigación y creación de experiencias escénicas no convencionales. A partir de la interacción con el público, centra su trabajo en desarrollar situaciones, dispositivos y lenguajes que conciban la escena como una instancia de reconocimiento del comportamiento humano.
Reseña
Un guardia de seguridad realiza un módulo de “seguridad preventiva” en el que los asistentes aprenderán técnicas que les permitirán sobrevivir a los peligros del paisaje nacional. Cuando percibe la resistencia de estos frente a sus prácticas, el módulo de seguridad toma otro camino. La obra se presenta como una sátira descarnada del miedo y la violencia, de la desconfianza e incertidumbre. Como el despliegue de un inhóspito y brutal paisaje común.