En abril de 2007, el estudiante surcoreano, Seung-Hui Cho, dio muerte a 33 personas (incluidas él mismo) en Virginia, Estados Unidos, en un hecho conocido como la Masacre de Virginia Tech, la matanza más cuantiosa producida en una institución de enseñanza en los Estados Unidos.
El horrible crimen se hizo mundialmente famoso, no tan sólo por la magnitud de los acontecimientos, sino por la publicación de los videos que el propio Cho grabó durante la matanza, justificando las razones de su actuar como una venganza a los vicios de una sociedad que repudiaba y en la que nunca tuvo cabida.
Además de este “legado” audiovisual, Seung-Hui Cho dejó para la posteridad dos obras de teatro.
Ése es el punto de partida de “Cho, que en coreano significa hemoso”, una oscura comedia que aborda el género del horror como parodia a la violencia que atraviesa nuestra época y que tiene su máxima expresión en la cultura armamentista norteamericana. Utilizando como material dramático los textos de Cho y las crónicas de la masacre, la obra escenifica el viaje de Ashley, un personaje ficticio que al tratar de averiguar las verdaderas intenciones del joven antes de la matanza, se sumerge en los tenebrosos surcos que separan lo real de lo representado. Un delirante y sádico retrato de una sociedad intrínsecamente sanguinaria.