Un grupo de mujeres chilenas de clase alta viaja a algún país de África a un safari que es al mismo tiempo una novedosa y exclusiva terapia post divorcio. Encima de los conflictos que naturalmente se suscitarán entre estas particulares mujeres, una de ellas será raptada por una banda de guerrilleras separatistas con el fin de atraer la atención de la prensa. Las mujeres restantes deberán sobreponer sus intereses personales y aprender a trabajar como un equipo para rescatar a su compañera y volver a casa.
Una delirante comedia negra que sigue la línea de montajes como La tía Carola y Los dinosaurios desaparecidos, parodiando mediante el absurdo a ciertos grupos de la sociedad chilena. Safari para divorciadas habla de un Chile en terapia, un Chile en el que, a pesar del supuesto crecimiento económico, sus habitantes no son capaces de reconocerse como miembros de un colectivo, un país donde lo único importante pareciera ser la superación personal, el bienestar físico y el éxito profesional. Es el chile de los libros de autoayuda, de las rutinas de belleza, del agua de rosas y la leche virginal, de las revistas de papel couché y las clases de pilates. Un Chile que se cree primermundista y aún esconde la basura debajo de la alfombra.
La compañía
Los Contadores Auditores es un colectivo artístico encabezado por los diseñadores teatrales Felipe Olivares y Juan Andrés Rivera. Como diseñadores han participado en más de cuarenta montajes con destacadas compañías y directores chilenos. Como directores y dramaturgos, han estrenado siete montajes desde su nacimiento como compañía en 2007: Karen, una obra sobre la gordura (2007-2009); Los dinosaurios desaparecidos (2010); La tía Carola (2011); Cho, que en coreano significa hermoso (2012); Latino de Camila Le-Bert (2012); Manual de defensa personal (2013); y En busca del huemul blanco (2013). Los montajes de la compañía han participado en diversos festivales a lo largo de Chile y dos de ellos han sido financiados por Fondart. Los objetivos del grupo aluden a la reivindicación de la comedia como mecanismo político que amalgama entretención y reflexión social, refrescando las relaciones público-escena mediante lenguajes cercanos y referentes extraídos de la cultura popular.